Son frecuentes las conversaciones en las que la gente dice que meditar es no hacer nada, aguantar todo lo que te caiga encima en la vida, nunca expresar lo que uno quiere, en suma, convertirse en algo así como un calcetín.
Claro que estas son ideas que tiene la gente que no medita, porque si meditas sabes muy bien que es todo lo contrario: al meditar adquieres más energía y concentración, más claridad, y acabas haciendo más y mejores cosas.
Estamos acostumbrados a ver la imagen de alguien meditando, sentado en calma con el rostro relajado, pero las imágenes que no vemos son las de que ese alguien se levanta quizás muy pronto para tener tiempo para hacer yoga o ejercicio y meditar, y que cuando termina, habiendo ejercitado su mente y su cuerpo, se dispone a afrontar los retos de su jornada como cualquier otra persona.
Con una importante diferencia. Y es que con la práctica de la meditación, poco a poco, se irá conociendo mejor. Por un lado aprenderá a calmar su mente y a no identificarse con los mil estímulos que nos distraen cada día y nos roban nuestra calma y nuestra concentración. Y por otro lado, al “limpiar” su mente de ruidos, se sentirá mejor consigo mismo y sabrá mejor lo que le hace bien y lo que no.
No es por tanto no pensar nada, sino pensar mejor y distinguir lo que es verdaderamente pensar de lo que es ese ruido mental ocasionado por el miedo o la ira la mayor parte de las veces.
Y no es actuar sin ton ni son sino, desde la calma, ver cuales son las mejores posibilidades de alcanzar los objetivos que queremos.
Así pues, ¿por qué no comenzamos a poner en práctica lo que es meditar? Los beneficios se hacen palpables a corto plazo. Y a medio y largo plazo te asombrarás de todo el peso que te has quitado de encima: tendrás mejor salud, humor, energía y, en todos los sentidos, una vida mejor.
Desde Aire Fresco estamos encantados de ayudarte a conseguir todo lo que te propongas.
